martes, 25 de marzo de 2008

Asociación Cultural Amigos de Villalpando



De los múltiples monumentos históricos que tenía Villalpando nos queda en especial estado de abandono el Torreón de la Iglesia de San Lorenzo, a la salida del pueblo, en la carretera de Villamayor.
Es un torreón mudéjar expléndido, al que poca atención hemos prestado los villalpandinos. Seguramente no nos hemos percatado de su valor histórico-artistico pero, si no existiese la Puerta de Villa, este torreón sería sin duda el símbolo más emblemático de Villalpando.
Por eso quiero levantar mi voz de alerta y promover desde aquí su urgente restauración.
Sería lamentable que un día nos despertáramos con la noticia de que la torre de San Lorenzo se ha derrumbado. No lo podemos consentir.
Una restauración en regla aportaría a Villalpando un punto más de interés en la ruta de cualquier viajero, una posibilidad de convertir el monumento en un centro temático del mudéjar y la forma más digna de transformar una ruina que denota la decadencia de un pueblo en una auténtica joya del pasado que nos haga sentir orgullosos.
Por estas razones me gustaría que sumáseis aquí vuestros comentarios y ya veríamos cómo nos organizamos para unir nuestras voces. Yo había pensado en formar una asociación cultural de amigos de Villalpando, o algo así. Tendría fines estrictamente de esta índole: promover la restauración de monumentos, organizar concursos literarios o de fotografía, exposiciones, alguna conferencia...
Espero vuestros comentarios.

Nota: La foto es de Natalia Redondo

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Varo, me parece una gran idea tu interes por salvar parte de nuestro patrimonio, es parte de nuestra historia, de nuestra vida, de nuestro pasado.
Si no nos importa nuestro pasado, no merecemos un buen pressente y mucho menos un buen futuro.
Espero que tengas mucho apoyo, cuenta con el mio.
Un saludo.
MADOLOK

Anónimo dijo...

La torre está hecha de cal y canto y de ladrillo, excepto su parte baja y esquinas que son de sillería. En lo alto del primer cuerpo fórmanse cenefas de cuadrados y rombos hechos con ladrillos, como en San Nicolás. Luego, una fila de de arcos redondos, diez por lado, y encima, hacia el sur, se salvaron de una reconstrucción los cuerpos altos, el uno con dos arcos provistos de albanegas, y el otro con tres, recuadros y siempre de medio punto.
Miguel Gómez-Moreno
Año 1927