lunes, 4 de agosto de 2008

Los orígenes medievales de Villalpando

No sé hasta qué punto puede ser interesante -o contraproducente- que tú y yo, Agapito, nos enzarcemos aquí en cuestiones como la de si Villalpando fue amurallado en el siglo X -como tú dices- o si lo fue en el XII -como sostengo yo. Creo que ésta es una cuestión de la que ya hemos hablado en estos foros y podemos llegar a aburrir a la gente. Además, dada la angustiosa escasez de documentos que se refieran a ello, al final sólo podemos acabar haciendo interpretaciones y ya se sabe qué pasa cuando hacemos interpretaciones: que a veces nos equivocamos. Yo nunca he querido sentar en mis articulos del blog o de este foro la cátedra que no tengo, pero siempre he procurado documentarme lo suficiente y criticar únicamente cuando estoy verdaderamente convencido de algo.
Sea, pues, ésta, mi última intervención en defensa de la tesis del siglo XII como la fecha del primer recinto amurallado. Y trataré de enlazar esta cuestión con los orígenes medievales de Villalpando, que es un tema mucho más interesante.

En primer lugar: La toponimia. El significado de "pando"

La palabra "pando" no es una palabra visigótica o germánica, como dices en tu artículo. Pando es una palabra del más puro latín clásico (Ovidio, poeta romano del siglo I a.C., en su obra "Metamorfosis" utiliza el adjetivo PANDUS-panda-pandum al hablar del mito de Pigmalión. Me consta que Ovidio utilizaba este adjetivo porque me cayó en una traducción de examen en el latín de COU). Y además, eso, es un adjetivo, no es un sustantivo. Por tanto, pando, en su significado originario, no significa "llanura" sino, curvo, curvado, encorvado. Todavía conservo mi diccionario de latín-español, el Spes, el que todos los alumnos utilizábamos. Y acabo de comprobarlo, por si la memoria me fallaba desde aquel examen final de COU. Lo que ocurre es que este adjetivo entró en el castellano de dos formas: Como adjetivo, en su forma originaria clásica, significando "arqueado, curvo". Y como sustantivo, en su acepción de mal latín vulgar altomedieval, significando "terreno ondulado entre dos montañas o cerros". Parece que este segundo significado se acuñó en Asturias en los primeros años de la reconquista, cuando ya ningún hispano-godo recordaba la lengua germánica. En Asturias y en toda la cordillera cantábrica hay un montón de topónimos parecidos: El Pandiello, la Panda, por ejemplo. Ambos significados pueden comprobarse en los dos diccionarios que yo he consultado: el espasa-calpe (edicción del 2005) y el de la RAE.
Creo que el topónimo "pando", en su significado de terreno curvado u ondulado (por tanto, no exactamente "llanura") entre dos montañas -o cordilleras (la Cantábrica y el Sistema Central)- es el que más puede cuadrar como idóneo para el posible origen toponímico de la palabra "Villa-al-pando" si nos fijamos como es toda esta zona tan llena de pequeñas cuestas, tesos, navas (hondonadas amplias sin agua), bodones (hondonada con agua), oteros (cima plana)... palabras todas éstas que tienen un significado topográfico preciso y que también están presentes en el nombre de pueblos y lugares cercanos.
Con todo este rollo lo que quiero indicar es que no se puede justificar con la toponimia la existencia de Villalpando en la época visigoda, como tú haces. Al menos no sólo con la toponimia. Pues ni la palabra "pando" es germánica (visigoda) ni en ningún sitio consta ni ningún historiador ha aventurado a decir que los godos llamaran a nuestro pueblo así.
Correctísimo que los godos se asentaron por esta zona: La "Terra Campi Gothorum", lo que después se llamó "Tierra de Campos". Se asentaron, incluso, antes de que cayera el Imperio Romano de Occidente pues lo hicieron como aliados de Roma ya que Valia, su rey, firmó en el 418 un pacto de federeación (foedus) con Roma pudiendo asentarse libremente en los territorios que entonces les fueron asignados: el sur de la Galia. La llegada de los godos a España vino dada por otras circunstancias. Llegaron en su condición de aliados de Roma para repeler las hordas de otros grupos germanánicos que desde que cruzaran la frontera del Danubio venían asolando y saqueando cuanto pillaban a su paso; se trata de los vándalos hasdingos, vándalos silingos, suevos y alanos (estos últimos, originarios del mar Caspio, no eran propiamente germánicos sino asiáticos), que llegaron a Hispania en el 409. El asentamiento de los godos en la Tierra de Campos viene dado como consecuencia, precisamente, del asentamiento de esos invasores germánicos a que me he referido en suelo hispano. Concretamente, como consecuencia del asentamiento de los suevos en el extremo occidental de la península ibérica: Galicia, gran parte de la Provincias de León y Zamora y norte de Portugal. Los visigodos -un buen número de ellos- se instalan aquí, en nuestra zona, haciendo de tapón frente a las incursiones suevas en las provincias del Imperio romano que ya se venía tambaleando desde la muerte de Teodosio el Grande (año 395). Hay que aclarar que los suevos también fueron federados romanos, pero en cuanto se asentaron en la Gallaecia rompieron el pacto con Roma.
En esa época, la Hispania Romana contaba con 5 millones de habitantes, descendiendo a los 4,5 millones en los años que godos y suevos se parten la cara unos a otros: son los años centrales del siglo V. Los visigodos que llegaron fueron unos 250.000 y los suevos unos 40.000. Pero no todos los que llegaron (godos y suevos) eran combatientes.
Además de asentarse en Tierra de Campos, la mayoría de los godos se dirigen hacia el Sur de Hispania para presionar a vándalos y alanos.
El que fuera mi profesor y catedrático de la Universidad de Valladolid, don José Luis de los Mozos -a quien debo los mejores ratos que pasé en las aulas de la facultad-, decía que los godos que llegaron a Tierra de Campos serían no mas de 30.000, sin olvidar que se llamó Terra Campi Gothorum a una vasta zona que comprendía desde el este de la provincia de Burgos hasta el oeste de la de Zamora. En tan amplio territorio y ante una superioridad numérica abrumadora de la población hispano romana, los godos -que ya venían romanizados cuando llegaron a Hispania- son una oligarquía que detenta y ejerce el control militar y a veces también el administrativo (el económico, no). Al venir como aliados de Roma su asentamiento (por lo general, no siempre) se produce de forma pacífica -en los primeros momentos- instalándose en aquellos nucleos de población que ya existían. En principio, este pueblo que llevaba errando siglos y siglos desde el mar Negro hasta Hispania, no era amante de fundar ciudades, preferían vivir con todas las comodidades en las urbanizadas ciudades romanas que conquistaban. Además, es una constante histórica: la ley del mínimo esfuerzo: reutilizar lo que ya está construido. Así ocurrió, por ejemplo en la ciudad de Zamora, que fue conocida por los godos como "Semure", tal como aparece en dos trientes (monedas de oro) de Sisebuto. Los árabes, posteriormente, la llamarían Azemur o Semurah.
Todo esto viene a cuento de que en el hipotético caso de instalarse los visigodos en Villalpando es precisamente por que éste (Villalpando) ya existía. ¿Pero cómo era ese Villalpando al que llegan los visigodos?¿Existía en realidad un nucleo urbano romano en nuestro pueblo?
Si vamos de acuerdo -aunque nos pese- en la inexistencia de una gran civitas romana (Intercatia) en el solar del actual Villalpando -que es lo más probable ante la ausencia absoluta de restos arqueológicos vacceos y romanos alto imperiales- tenemos que concluir que cuando llegan los visigodos a nuestra tierra el panorama que se encuentran no es más que el de una serie de villas romanas (la de la Mambrilla, por ejemplo) y, como mucho, un pequeño caserío habitado por campesinos y algún artesano, que se ubicaría en lo que después sería el primer recinto amurallado. No se trataría de una "civitas", sino de un "vicus" (aldea, lugar, quinta, alquería) de menor importancia a nivel económico, jurídico y social, como lo demuestra el hecho de que cualquier vestigio romano bajo el casco de Villalpando es, sencillamente, nulo (a pesar de lo que diga don Luis Calvo Lozano, a quien es mejor no seguir en esta parte de la Historia Antigua de Villalpando, con todos mis respetos). Podemos pensar que, de haber existido tal población romana, las técnicas construcctivas del Vicus-Villalpando serían muy parecidas a las usadas por nuestros abuelos: tierra, adobe y tapial, por eso desaparecerían sin dejar rastro. Pero el caso es que tampoco se encuentran cerámicas, estelas funerarias ni cimentaciones de esa época, a no ser fuera del casco urbano, en las villas romanas.
Pero además, tenemos que añadir otro problema: el descenso de población que se produce en Hispania durante esos años de guerras entre romanos y germanos y también entre los propios germanos. Del año 400 al 500 la población hispana desciende de 5 a 4 millones de habitantes (tocaríamos fondo en el año 700, con 3,5 millones). El descenso poblacional, además de por las guerras y sus consecuencias, viene dado por las pestes -documentadas- que asolaron la península Ibérica (a nuestra zona también). A finales del siglo VI llegan a España una serie de epidemias que diezman la población. La peste bubónica en el 542, en el 588, y entre el 687 y el 702. .
Pues menudo panorama: Si el Vicus-Alpando, pequeñito (¿150 habitantes?), resultó infectado con una peste de aquellas... imagínate lo que pudo quedar de él en poco tiempo (ahora sí estoy interpretando, pero no voy desencaminado). Y todo eso sin contar el daño que hicieron suevos y vándalos hasdingos cuando pasaron por estas tierras camino de Gallaecia (Galicia) y Norte de Portugal (se sabe que utilizaron las calzadas romanas, al igual que el ejército godo en su camino hacía Astorga, cerca de la cual derrotaron a los Suevos en la batalla del Río Orbigo).
Sin embargo, sí hay otros asentamientos visigodos constatados y ducumentados por nuestra zona: Villafáfila, donde apareció un tesorillo "menor" de tres cruces laminadas y aún pueden encontrarse vestigios visigodos en la zona del cementerio. Pero en Villalpando, en su casco urbano, nada de nada. He matizado diciendo "en el casco urbano" porque fuera de éste, en San Mamés y en las villas romanas de la Mambrilla y la Granja si que es muy problable que hubiera población durante los siguientes años de la dominación visigoda. También en Villanueva de los Caballeros, en una zona del otro lado del Sequillo. Digo que es muy probable pues aparecen restos tardo romanos que podrían datarse en aquella época, aunque eso es algo que debería hacer un experto.

En segundo lugar: La llegada de los Musulmanes a estas tierras.

Me enseñaron que tras el desembarco del 711 los musulmanes tardaron no más de 4 años en conquistar la práctica totalidad del territorio peninsular (excepción del núcleo asturiano). Es realmente sorprendente que un ferreo estado tan militarizado como el visigodo se esfumara en tan poco tiempo. Por aquí debieron llegar dos o tres años más tarde, por el 713 ó 714. Por entonces, ya he dicho, que la población hispano-goda había descendido a 3,5 millones de habitantes, lo que supone una densidad de población media en Hispania de menos de 7 habitantes por Km2, pero la realidad es que la población no se encuentra homogéneamente distrubuída en el territorio peninsular pues al poco de producirse la invasión árabe tiene lugar una progresiva despoblación de la meseta norte: muchos de sus habitantes (muchos, no todos) buscan refugio en las montañas del Norte. Se ha calculado en 500.000 los habitantes que poblaron las montañas cantábricas en los años centrales del siglo VIII, lo cual era una superpoblación enorme que el territorio asturiano no podía sostener por la falta de recursos, de ahí que los primeros años de la reconquista tengan una finalidad repobladora (aunque muy tímida). ¿Cuál es el número de musulmanes que llegan en el 711? Se sabe que hasta el año 756 no más de 60.000. De hecho, en la batalla de Guadalete el ejército musulman contaba con no más de 35.000 hombres frente a los 17.000-20.000 del ejercito godo, descontados los traidores partidarios de Witiza que se retiraron del campo de batalla dejando los flancos del ejército de Rodrigo completamente desprotegidos.
¿Qué encontraron los árabes cuando llegaron a nuestra tierra? ¿Se asentaron aquí?.
Bien, esta es una cuestión que también hay que interpretarla pues si la arqueología dice muy poco respecto a la época alto imperial romana (desde el II a.C. hasta el III d.C.), en lo que atañe al posible asentamiento árabe en nuestra zona la arqueología no es que diga poco, es que es completamente muda. Luego me referiré a la toponimia árabe de esta zona.
Hay que tener muy en cuenta cómo se repartieron las tierras tras la conquista de la península ibérica. En esa conquista de Hispania por los árabes participaron muchos grupos étnicos recién convertidos al islam: sirios, árabes, egipcios y bereberes. A los dos primeros grupos pertenecían los oligarcas, los mandamases, los hijos de buena familia... Y esos se quedaron con las zonas más ricas y romanizadas de Hispania, donde estaban las mejores ciudades: Andalucía, Levante, Extremadura... vaya, que se llevaron el pastel más dulce. A los bereberes, recientemente islamizados, les tocó esta zona. Los bereberes son aún hoy un pueblo nómada y es de suponer que durante aquellos primeros años del siglo VIII también nomadearan por nuestros pagos con sus ganados, combinando esta actividad con la rapiña de los mermados nucleos de población autóctona que quedaran por aquí, lo que aumentaría aún más la despoblación de los mismos.
La palabra "nómada" se contrapone a "sedentario". Quiere esto decir que no podemos esperar la fundación de ciudades por parte de aquellos bereberes. Y tampoco era su estilo de vida quedarse a vivir en aquellas que conquistaron en su camino hacia el Norte. Si a esto le añadimos que el tercero de los reyes asturianos: Alfonso I, comenzó muy pronto (en el 739, apenas 28 años después de la batalla de Guadalete) su política de "tierra quemada" en la zona que va desde el Duero a las montañas de León, asolando toda esta zona e impidiendo el asentamiento de colonos árabes, tenemos que concluir que apenas hubo tiempo en la historia de nuestra tierra para que se produjese una islamización del área de Villalpando. Aquellos bereberes se dirigieron de nuevo haciea el Sur abandonando esta "Tierra de Nadie", insegura y desertizada casi por completo, como es opinión de Sánchez Albornoz, Menéndez Pidal y otros autores cuya teoría del "Yermo Estratégico" viene siendo rehabilitada por los historiadores modernos.
Y entonces ¿Cómo se explican la variedad de topónimos árabes que hay por toda nuestra zona? Por ejemplo: Alafes, Amaldos, Amalillos, Toldanos (al-Dana), regato Matamoros y otros.
Creo que la inmensa mayoría de ellos tienen una explicación muy sencilla: Son de origen Mozárabe.
Los bereberes que pastorearon estos campos ni siquiera hablaban árabe. Hablaban su propia lengua, al igual que la hablan ahora. El que haya estado en Marruecos lo habrá comprobado. Sin embargo, los Mozárabes (cristianos que vivían en el Sur de España entre árabes) sí conocían el idioma y los dialectos árabes. Cuando en 1126 los almorávides comienzan la persecución de los mozárabes por el hecho de no ser mahometanos, aquéllos huyen en masa de las tierras del sur y buscan refugio en los reinos del Norte. Los reyes cristianos favorecen su asentamiento, precisamente, en estas tierras que todavía por entonces contaban con una densidad de población muy baja. Y los mozárabes se traen su cultura, su estilo de vida, su arquitectura y también su lengua, que seguirán utilizando. Según Sola-Solé, la lengua mozárabe es una mezcla de 40% de términos orientales y 60% de vocables romances y de estas palabras orientales, la mayoría son sustantivos y los verbos son mucho menos frecuentes.
Unos ejemplos de palabras españolas modernas derivadas del árabe por vía de los mozárabes:

Español -----> Árabe
algodón ------> al qoton
alfombra -----> al khumra
alcoba -------> al qubbah
aldea --------> al day ah
alcalde ------> al qadi
albóndiga ----> al bunduqa

Por tanto, la repoblación del area villalpandina (como otras muchas áreas de León y Castilla), realizada con gran cantidad de familias mozárabes fue lo que "islamizó" (entre comillas) nuestra zona: los arcos de herradura de la iglesia de San Cebrián de Mazote no són de la conquista árabe, sino de la repoblación mozárabe.
Otro dato a tener en cuenta es "la imaginación popular". Efectivamente, en la imaginación popular y en la conciencia colectiva de las gentes de nuestra zona han pesado mucho los 700 años que duró la reconquista. Y así, después de hablar con tantos agricultores, pastores, cazadores que conocen el campo, cada vez que se refieren a restos arqueológicos en algún pago o en alguna de sus parcelas siempre acaban diciendo "esas ruinas son de los moros". Todo se les atribuye a los moros, aunque se trate de restos romanos o medievales. En este sentido, pondré un ejemplo, (de fuera de aquí, para no herir a nadie): en la carretera de Zamora, a la derecha según vas, frente al cruce de Molacillos y perteneciente al término de Torres del Carrizal se alza el "Teso de la Mora". En esos pueblos se dice que allí hubo un castillo moro. Nada más lejos de la realidad. Lo que allí hay son los restos de una "hivernácula" o campamento romano de invierno, habitado durante la época de las guerras cántabras, allá por el siglo I a.C. Podría poner cientos de ejemplos, pero ya me estoy extendiendo demasiado.
Por todo ello, vuelvo a decir que cuidadín con la toponimia. No cuadran como de los primeros años del siglo VIII los topónimos árabes de nuestra tierra, ni creo que fueran traidos por los conquistadores que se asentaran aquí. Más bien creo que se trate de topónimos de origen mozárabe traidos bastantes años después.
Además son topónimos muy relacionados con el mundo agrícola, siendo la agricultura algo marginal en el mundo bereber.
El que quiera saber más de esto puede leer el trabajo de Waldo Merino Rubio titulado "Toponimia Mozárabe en la repoblación del Reino Leonés".

En tercer lugar: La Repoblación.

Villalpando no puede ser considerado como objetivo de un movimiento repoblador propio y aislado sino que la repoblación de nuestro pueblo ha de estudiarse dentro de los movimientos repobladores generales que los reyes impulsaron. Si digo esto es porque fechar nuestro primer recinto amurallado en el siglo X es hacer de Villalpando una "rara avis" dentro del movimiento repoblador gerneral.
De una forma o de otra, el amurallamiento de Villalpando supone el empujón definitivo para que nuestro pueblo se consolide y despegue como entidad urbana.
La repoblación en el área leonesa y castellana se realizó hasta el siglo X de tres formas:
- Por concesión del Rey a aquellos nobles que le habían prestado servicios militares
- Mediante la intervención eclesiástica, a través de la construcción de monasterios alrededor de los cuales se desarrollaban aldeas en su zona de influencia
- Por la ocupación directa de pequeños agricultores que se acogían al "derecho de presura". Es decir, que pasaban a ser dueños de aquellas tierras que podían cultivar y que no pertenecían a nadie (En nuestro derecho, la "ocupatio" es una forma aún de adquirir la propiedad de las "res nullius"-cosas de nadie-).
En los siglos IX y X, época en la que los reinos cristianos son infinitamente más débiles que el emirato independiente y posterior califato de Córdoba, la repoblación se limita a las siguientes zonas (según dicen los libros, no yo):
- En la zona castellana, se repuebla la montaña palentina, comarca de Campoo y la mitad norte de la provincia de Burgos. La ciudad de Burgos no se funda hasta el año 890 como un enclave fortificado a orillas del Arlanzón para frenar el avance sarraceno; su fundador fue un conde asturiano: Diego Rodríguez Porcelos, por encargo de Alfonso III el Magno. También de esta época es la fundación de Brañosera (Brannia Osaria), un pueblecito de la montaña palentina que tiene el honor de ser el primer municipio de España. Su carta puebla es del año 824, en el reinado de Alfonso II el casto. El Conde Munio Núñez otorgó fuero a las CINCO familias que se asentaron aquí. Al ser su fuero tan antiguo (del tipo "fuero breve", en contraposición a los "extensos" posteriores) ha habido muchos historiadores que le han dedicado estudio. Por eso sabemos que fueron cinco familias "foramontanas" procedentes, con seguridad, de los Picos de Europa. Brañosera, no fue rodeada de muralla. Muy pocos de los nuevos nucleos de población se amurallaban.
- En la zona leonesa: Tratan los reyes leoneses de fijar la frontera en la linea del Duero, para lo cual, en algunos casos, impulsan el crecimiento de viejas ciudades que ya existían en tiempos anteriores y que se cree nunca llegaron a desaparecer del todo. Es el caso de la ciudad de Zamora, por ejemplo, que ya se cita en las actas del Concilio de Lugo (año 569) y aparece en las monedas del rey godo Sisebuto al que ya he hecho referencia (Sisebuto murió en el 621) Parece ser que fue el rey Alfonso III el Magno quien construyó la primera cerca zamorana a finales del IX o principios del X. También es el caso de Toro, cuya primera cerca mandó construirla don García, hijo de Alfonso III el Magno, por encargo de éste. Son, pues, ambas murallas (la de Toro y Zamora) de época muy próxima. Naturalmete, que estas cercas (primer recinto de Toro y Zamora) englobaron un pequeño nucleo de población que ya existía en el momento de la construcción de la muralla. Parecido es el caso de Tordesillas, que en su origen fue un alto escarpe fortificado por el mismo García al que me he referido antes, hijo mayor de Alfonso III. Y a éste se debe también la fundación de ciudades o villas fortificadas como Simancas y Dueñas. Mención especial merece Portillo, en la provincia de Valladolid, unos cuantos kilómetros al sur del Duero, al que ya se refieren las crónicas árabes de principios del siglo X, que sería una especie de avanzadilla del otro lado de la frontera natural (el Duero). Portillo fue tomado por el ejército árabe en los prolegómenos de la batalla de Simancas (939)
Si bien existe un tímido impulso repoblador durante el reinado de Alfonso III, todos los esfuerzos van encaminados a consolidar esa frontera natural del Duero. En el interior, donde se encuentra Villalpando, la repoblación no fue una "repoblación de frontera", dirigida personalmente por el Rey, como es el caso de todos los pueblos y ciudades que acabo de citar, en los que necesariamente se construía castillo y cerca, pues la finalidad y la razón de ser de tales ciudades así lo requería. En nuestra zona, la repoblación del siglo X se efectuó por monasterios (como el de Sahagún o el primer monasterio de Moreruela, sobre el que después se erigió el que conocemos). También se efectuó esa repoblación por familias de campesinos que ejercían el derecho de presura.
Seguramente fuera este el caso de Villalpando, del que hay constancia documental desde el año 998. El Historiador José María Mínguez Fernández afirma que Villalpando, a partir de esa fecha se consolida como "un centro de poder judicial". Lo cual no quiere decir que para ejercer esa función judicial nuestro pueblo necesitara una muralla. Ni siquiera un castillo. En aquella época la justicia se impartía en nombre del Rey por los abades de los monasterios y los nobles. Además, hablar de una "función jurisdiccional" propiamente dicha en aquella época es algo muy arriesgado. Este dato, no obstante, confirma la existencia indudable de Villalpando a finales del siglo X. Pero nada más, que no es poco. Incluso en los documentos posteriores del siglo XI que citan a Villalpando en absoluto se refieren a él por su carácter militar o por su carácter de estratégico (carácter que no tenía) sino que aparece como objeto de donaciones, herencias y compensaciones económicas, como si se tratase de una finca particular.
Además, no creo que la cerca villalpandina, de haber existido, hubiese resistido las campañas de Almanzor. Si no resistió Zamora ("la bien cercada"), ni Pamplona, ni Barcelona, ni Santiago... ¿iba a resistir nuestra cerca al ejército de Almanzor?
¿Se reconstruyó tras Almanzor esa primera cerca villalpandina? ¿Dónde están las evidencias de esa destrucción y posterior reconstrucción? En ningún sitio porque la cerca en tiempo de Almanzor no existía.
Gómez Moreno dice que a comienzos del siglo XII nuestro pueblo contaba ya con algún monasterio y el salmantino José Luis Martín Rodríguez -catedrático de historia en Barcelona, Salamanca, la Complutense y la UNED- afirma que a mediados de ese siglo XII Villalpando "era cabeza de un territorio en torno al Valderaduey cuyo poder político es ostentado por un delegado real", lo que confirma el carácter de Villalpando como "tierra de realengo", conforme ya tengo dicho en otros artículos. En esta misma linea se pronuncia el historiador Martínez Sopena.
Tenemos certeza documentada de la presencia de "Tenentes" desde el año 1155. Los "Tenentes" eran "lugartenientes" del Rey en su función jurisdiccional.
Precisamente en ese mismo año (1155), poco antes de morir Alfonso VII el Emperador se fija la frontera entre León y Castilla. El hecho de que la frontera con Castilla fuera fijada justamente en nuestro término municipal, unido a la circunstancia del progreso económico y poblacional de nuestra villa fue lo que evidenció la necesidad de construcción de una cerca y un castillo, necesidad que hasta esa fecha no había existido. Y por supuesto, recalcar que ese progreso del que hablamos es el resultado de muchos años de paulatino asentamiento.
Al abrigo de esa cerca llega la Orden del Templo en torno al año 1170. Y parece, también, según se deduce de los textos y de la opinión de los autores -incluido Calvo Lozano- que el castillo que aquí se levantaba, anterior al que todos conocemos, fue de estilo gótico-mudéjar. De haberse construido antes, las fuentes y los historiadores del arte hablarían de un castillo románico.
Dentro de nuestra zona, diremos que a partir del 1157 comienza la fortificación de muchos lugares próximos: Castroverde, Tordehumos, Benavente, Urueña, castillo de Cotanes... Se tratra de una linea defensiva fortificada tanto de lado leonés como de lado castellano al que ya me he referido en mi artículo "Los años de Frontera". En ese movimiento generalizado de fortificación debido a las guerras fronterizas es en el que hay que encuadrar la fortificación de Villalpando.
Bien. Habría mucho más que decir e investigar sobre los orígenes medievales de nuestro pueblo, pero seguir hablando de ello ya sería para ponerle al lector una medalla. Si alguno ha llegado hasta aquí y no se ha dormido, lo felicito. Sinceramente.


Varo.

viernes, 1 de agosto de 2008

El cubo artillero del Palacio de los Condestables



De lo poco que queda del Castillo de los Condestables merece la pena detenerse unos minutos en el impresionante cubo artillero que aún queda en pie.
Ya sabemos que el actual Palacio se construyó hacia el año 1527 sobre las ruinas de otro castillo medieval, de la época de Fernando II de León (año 1170) que fue pasto de las llamas, afirmación que comparten muchos de los que saben de estas cosas, como el profesor José Avelino Gutiérrez González -a quien ya me he referido en otros artículos-, además de nuestro paisano D. Luis Calvo Lozano. Se les atribuye a los Comuneros de Castilla la causa del incendio que terminó con ese primer castillo de estilo gótico-mudéjar en 1521. Sobre las ruinas de éste, el condestable Don Iñigo I, con el favor del emperador Carlos V por su lealtad a la causa realista, levantó en 1527 el palacio que hoy conocemos, aunque muy pocos años después, tras llegar a España el genio de la arquitectura militar Micer Benedito (conocido también como Benedito de Rávena) el palacio fue mejorado significativamente siguiendo el proyecto que confeccionara dicho arquitecto.

Cuando se habla de arquitectura militar, hay que hacer hincapié en el profundo cambio de mentalidad que produjo la generalización de las armas de fuego, generalización que se había producido muy pocos años antes, con los Reyes Católicos. Si hasta entonces las fortificaciones medievales se dotaban de altas torres y muros, a partir de esa época, justamente en los años que se reconstruye el Palacio de los Condestables tras el referido incendio, las técnicas defensivas cambian radicalmente recortando considerablemente la altura de torres y murallas, reforzándose el grosor de ambas y dotándolas de pesadas piezas de artillería que se subían por medio de cabrias (una especie de grúas). Al bajar la altura de torres y murallas, éstas ofrecían menos blanco a la artillería enemiga y mayor estabilidad y durabilidad frente a los impactos. Pero la gran revolución en el arte de fortificar vino con la aparición del baluarte: una estructura arquitectónica que sustituía a la torre medieval en su labor de flanqueo de los muros. En su planta -generalmente pentagonal- y alzado -de pocos metros de altura- predominaban las líneas rectas, que desviaban mejor la trayectoria tensa de los proyectiles enemigos. Se dudó al principio entre la planta circular y la planta poligonal. De hecho, en este periodo al que nos referimos (años 1520-1580) muchos ingenieros y arquitectos militares (por ejemplo Girolamo Maggy y Giacomo Fusto Castriotto) defendieron las excelencias de la planta circular, como ocurre con nuestro Cubo del Palacio.

Efectivamente, el cubo tiene en su base un perímetro muy cercano a los 47 metros. Lo sé porque lo he medido con una cinta métrica. Su altura pensé calcularla por trigonometría, mediante el sistema de triángulos semejantes, pero al llegar al lugar me di cuenta de que las condiciones del terreno no lo permiten. Por ello dejaremos por el momento en suspenso este importante dato de la altura, aunque espero contar con la ayuda de Pablo Román, que de esto sabe más que yo y además supongo que dispondrá de otra clase de medios más modernos.

Lo que no cabe duda alguna es que el cubo estaba almenado -dotado de un coronamiento dentado- y entre almena y almena, en ese hueco que queda, se situaría un cañón o una "culebrina", más ligera que los cañones propiamente dichos. Partiendo de los 47 metros aproximados de perímetro he levantado la planta de la torre a escala 1:100. Su radio es de 7,50 metros aproximadamente. Sus paredes tienen un grosor de entre 2,5 y 3 metros (dato que tendría que afinar si alguien me ayuda a medir) construidas a base de sillarejo y rematadas con buen sillar, Contaba con dos ventanas que proporcionaban luz a dos de sus tres pisos: los huecos de las rejas de dichas ventanas se ven a simple vista. Entre ambas ventanas, en el piso intermedio, posee una tronera más que estuvo ocupada por un cañón. La luz se obtiene en este piso por una ventana que mira al interior del Palacio. El hueco de abajo daba salida al foso, aunque no era una puerta sino un acceso al agua. Como ya no queda ningún resto visible de las almenas, las dimensiones de éstas las he calculado de forma que el el hueco que queda entre almena y almena sea lo suficientemente amplio para que un cañón de la época pueda maniobrar y cubrir una amplia zona. Así pues, he tomado un metro como la distancia que separa una almena de otra en la circunferencia interior que se forma al colocar el almenado sobre el muro circular. Con esta distancia y con la escala indicada calculo que serían entre seis y ocho los cañones emplazados. En el plano he dibujado seis huecos (troneras) para seis cañones, uno de los cuales he representado también a escala. El acceso tendría lugar por una escalera interior. Todo ello puede verse en el plano que aparece en este artículo, que no pretende ser un plano exacto pero sí creo que es muy aproximado.

La ubicación de este cubo-baluarte es muy correcta para el fin que fue diseñado: flanquear los muros y proteger la cercana Puerta de San Miguel la cual, seguramente, también llegó a contar con alguna pieza de artillería. No es afirmación gratuita pues las otras puertas que quedan (Santiago y San Andrés) tienen varias troneras abiertas que prueban que las puertas de la villa estaban artilladas.

Respecto a qué tipo de artillería sostuvo el Cubo del Palacio, me inclino a pensar en ligeras piezas de bronce fundido del género culebrina, de calibre reducido y gran longitud de tubo -para aprovechas mejor la fuerza de los gases producidos por la combustión de la pólvora-, que constituyen la pieza característica del siglo XVI. La clasificación de las piezas de este género es difícil de hacer, pues cada fabricante daba las longitudes y espesores a su antojo, resultando que bajo una misma denominación existían piezas de diferentes pesos, y lo que era peor, de distinto calibre. Ajustándonos a documentos de la época, denominamos culebrina a la pieza que cargaba bala de 16 a 30 libras (7,5 a 14 Kgs.) y de calibres menores eran la media culebrina y el sacre o cuarto de culebrina. El peso de estas piezas era muy variable, en el Museo del Ejército de Madrid existen sacres cuyo peso es de 1.000 Kgs. y la magnífica culebrina Nta. Sra. de Guadalupe, cuyo peso es de 5.888 Kg y cargaba bala de a 24 libras (11,8 Kgs.). El alcance máximo de las culebrinas era de 4.500 m, pero eficaz de unos 400; 300 m para la media culebrina y 250 para el sacre, a partir de estas distancias no tenía la bala suficiente velocidad ni precisión, según afirma el Coronel de Artillería Don Antonio de Sousa y Francisco, de quien he tomado estos datos. A principios del siglo XVII empezaron a desaparecer, o por lo menos a no fundirse las piezas del género culebrina, aunque muchas de ellas quedaron en las dotaciones de las plazas fuertes hasta mucho tiempo después. Varias piezas de este género que se exponen en la Planta de Artillería del Museo del Ejército, curiosamente fueron capturadas a los moros en la Campaña de Africa de 1859-60, es decir, estuvieron en servicio más de 200 años. He añadido también la foto de una culebrina para mejor comprensión.

Varo.