lunes, 27 de febrero de 2012

El tesoro de la Mercedes



En los tiempos que corren, escuchar una buena noticia en el Telediario es rara avis. La buena noticia a la que me refiero es la llegada a España del tesoro de la fragata Nuestra Señora de las Mercedes, que fue hundido por una flota inglesa el 5 de octubre de 1804 frente a las costas de la ciudad portuguesa de Faro (golfo de Cádiz).

Curiosamente, aquellos años eran tiempos de paz entre Inglaterra y España y este ataque injustificado y sorpresivo fue la gota que hiciera decidirse a Manuel Godoy, valido de Carlos IV, a tomar partido por Francia. Un año después tendría lugar la batalla naval de Trafalgar, muy cerca de donde la fragata Nuestra Señora de las Mercedes fuera hundida.

La santabárbara de la Mercedes –como así se la suele llamar para abreviar- fue alcanzada de pleno por un proyectil del buque inglés Amphion. Eso hizo que la Mercedes saltara por los aires falleciendo 250 personas, entre ellas la esposa de don Diego de Alvear y siete de sus ocho hijos. Como anécdota diré que don Diego de Alvear y Ponce de León fue un importante militar y político de la época, fundador de las bodegas Alvear y defensor de Cádiz en el sitio de 1810. Su bisnieto, Marcelo Torcuato de Alvear, fue presidente de Argentina en 1922. Como sabía inglés, fue llamado a la fragata insignia, la Medea, para que sirviera de intérprete en las conversaciones previas que hubo al combate. Lo acompañó su hijo Carlos, que también era militar y también conocía el idioma de Shakespeare. Sin embargo, los ingleses dieron rápidamente por zanjadas las conversaciones comenzando a disparar sin que nadie lo esperase. Estando tan cerca unos de otros los barcos de ambas flotas, bastó un solo cañonazo para que, como ya he dicho, la Mercedes saltara por los aires llevándose al fondo del mar todos los ahorros y riquezas que don Diego de Alvear había acumulado durante su estancia en Paraguay y Argentina, además de la vida de buena parte de su familia.

Las otras fragatas españolas, además de la Mercedes y de la Medea, eran la Santa Clara y la Fama. La Fama intentó huir, pero fue alcanzada y desarbolada por los ingleses. Ante la poca combatividad de la marinería española, el brigadier José de Bustamante y Guerra rindió la flota en el mediodía de aquél 5 de octubre de 1804.

Los tres barcos fueron capturados y llevados a Inglaterra, vía Gibraltar. Sin embargo, la Mercedes quedó allí, en el fondo del mar, con su cargamento de 600.000 monedas, casi todas de plata (reales de a ocho) y muy pocas de oro (piezas de cuatro y ocho escudos). Allí permanecieron hasta que la empresa Odyssey, aprovechándose de la información obtenida en archivos españoles y ayudada por una tecnología sólo accesible para una empresa sustentada por inversores sin escrúpulos, logró sacarlo del mar para llevárselo a Estados Unidos. Lo demás ya lo saben ustedes por la prensa. Juicios y más juicios en los que siempre se fallaba a favor de las pretensiones del Gobierno español, que contrató un equipo de abogados muy eficiente. Lo que no se ha dicho en la prensa es por qué esos tribunales siempre fallaban a favor de España: porque la fragata Mercedes era un buque de guerra español y las normas de Derecho Marítimo Internacional dicen que ese caso, siendo un buque de guerra, los derechos sobre la carga y el pecio pertenecen al país que lo abanderaba.

Por cierto, don Diego de Alvear, en su estancia en Inglaterra como prisionero, conoció yendo a misa a la irlandesa Luisa Ward, a quien se trajo a España cuando fue puesto en libertad y con quien se casó en Montilla (Córdoba) en 1807. Con ella tuvo diez hijos.

Varo