viernes, 21 de agosto de 2009

El Museo Británico

Andando por esos mundos de Dios me topé con el Museo Británico.
Aunque habría necesitado una semana entera para verlo con detalle, por la brevedad de mis vacaciones tuve que hacerlo en una sola mañana. Es obvio que la mayoría de sus salas las vi a vuelo de pájaro, casi sin detenerme. Pero sí me paré, de vez en cuando, ante alguna de sus piezas que me llamó especialmente la atención. Esta es la impresión de mi fugaz visita al, probablemente, mayor museo del mundo, el de más calidad de todos cuantos conozco.
En primer lugar diré que la entrada es gratuita, lo cual es de agradecer pues nada es barato en ese pais. Como anécdota contaré que en otros paises, por ejemplo Rusia, los precios son diferentes para nacionales y extranjeros. A estos últimos nos clavan bien, mientras que los primeros pagan una miseria, lo que hace que te quedes con cara de bobo cuando te enteras.

Las instalaciones del British Musseum son soberbias. Se trata de un conjunto de majestuosos edificios cobijados todos ellos bajo una imponente cúpula de cristal. Todo está muy cuidado, bien vigilado y, además, te dejan hacer fotos.
Las piezas y obras que se conservan en este Museo se agrupan en salas temáticas. Hay cientos de ellas, desde la prehistoria hasta los siglos XVIII y XIX. Estas últimas no las vi, ya no me sujetaban las piernas.
Me centré en el mundo antiguo, que es lo mío. Y así, destacaré las salas dedicadas al Imperio Persa, el antiguo Egipto, el mundo greco-romano (una delicia), la invasión de los bárbaros (o "migración de los pueblos", como dicen los alemanes) y las salas dedicadas a la presencia de Roma en Britania y los años posteriores tras ser abandonada la isla a su suerte.
Una de las piezas maestras que se conservan en el Museo es la PIEDRA ROSETA.
Fue descubierta por los soldados de Napoleón en Egipto en 1799, mientras construían un fuerte en su guerra contra los ingleses. Cuando los franceses se disponían a traerla a Francia, llegaron los ingleses y se la robaron. La trajeron aquí, a Londres, y aquí se quedó para siempre, como tantas otras cosas que han tomado "prestadas" a golpe de cañón y bayoneta de las naciones por donde la Royal Army se ha paseado (incluida España). La Piedra Roseta contiene un decreto del Faraón Ptolomeo V, del año 197 a.C.. Ese decreto está escrito en las tres lenguas que se hablaban en el Egipto de aquella época: el idioma de los jeroglíficos, el copto-demiótico y el griego. Gracias a ello y dado que el griego y el copto-demiótico eran lenguas cuya estructura se conocía fue posible descifrar el lenguaje de los jeroglíficos. Desde entonces se han podido descifrar las inscripciones del antiguo Egipto. La foto que aparece aquí está tomada de una reproducción que me compré en la tienda de suvenirs para turistas. Hacerla del original fue misión imposible dada la cantidad de gente que la rodea en todo momento.

Otra de las "salas estrella" es la dedicado al MAUSOLEO DE HALICARNASO.

El Mausoleo de Halicarnaso fue una momumental tumba de mármol blanco dedicada al rey de Caria (en la actual Turquía) llamado Mausolo; de ahí el nombre. Parece ser que fue terminado a mediados del siglo IV antes de Cristo y por su majestuosidad y estilo ha sido considerado una de las siete maravillas de la antigüedad. Lo mejor de las ruinas del Mauseleo está aquí, en el British Musseum, pues lo que queda en Turquía son cascotes y cimientos (que no se los pudieron traer). Diré que este rey de Caria, Mausolo, nada relevante hizo en vida ni por su pueblo ni por su reino. Lo mejor que hizo fue esta tumba que ni siquiera llegó a ver terminada. Un zángano que ha pasado a la historia de estas maneras.

Para los turistas el morbo está en las múltiples salas dedicadas al ANTIGUO EGIPTO.

Hablo del "morbo" porque no encuentro otra explicación. Estas salas están plagadas de turistas que no paran de fotografiar las múltiples momias y sarcófagos de faraones, gatos y cocodrilos del Nilo que llenan las vitrinas. Me costó un triunfo fotografiar la momia de Cleopatra I (la de Marco Antonio es Cleopatra VI, para que no haya dudas). La foto de esta momia es la situada sobre estas líneas. Las otras corresponden a otros personajes relevantes del siglo IV antes de Cristo.

Pero donde realmente disfuté fue en las múltiples salas dedicadas al MUNDO GRECO ROMANO.

Efectivamente, son por lo menos 30 ó 40 salas dedicadas a la presencia de Roma en Britania, a la isla de Chipre, a las legiones romanas, al empuje de los pueblos bárbaros, a los sajones, los anglos, los jutos e, incluso, nuestros visigodos. Como estas salas carecen de "morbo" se me facilitó mucho más la tarea de explicarles a quienes me acompañaban (mi hermano, cuñada y esposa) el significado y destino de muchos de los objetos expuestos. Gracias a Dios no me ocurrió lo que siempre me ocurre cuando visito en compañía un museo: que otros visitantes se acoplan a mi grupo y al final parezco un guía oficial arrastrando a una multitud que me sigue atendiendo mis explicaciones. Créanme que esto no es vanidad sino realidad. En Mérida me ocurrió que una familia catalana quería pagarme por mis explicaciones; no lo consentí pero nos invitaron a mí y a mis amigos a comer en un fast food.

Volviendo al Museo Británico, cuando mi familia se cansó de seguirme y me quedé solo me sumergí en la soledad de alguna de las salas, sólo interrumpida por el flash de una pareja de japoneses que parecían seguirme. A pesar de que la romanización de la isla no fue tan intensa como en Hispania, los ingleses dan mucha importancia a sus antepasados romanos. Piensan que eso les da un cierto pedigrí, ya que lo que les vino después (sajones, anglos...) fue para echarse a temblar. En pocos años, tras la invasión en diversas oleadas desde comienzos del s. V, la isla quedó sumida en el más absoluto caos retrocediendo culturalmente varios siglos atrás. Las tres legiones que Roma tenía destacadas en Britania: una de "comitatenses" (infantería pesada) y otras dos de "limitanei" (infantería ligera) fueron llevadas por el autoproclamado emperador Constantino III para luchar contra el emperador legítimo Honorio (Hijo de Teodosio el Grande). Mientras los romanos se pegaban entre ellos por los despojos del impero, los hunos, burgundios, vándalos y suevos se frotaban las manos y cruzaban las fronteras sin apenas oposición eficaz. Así les fue.
Meditando un poco me di cuenta que nuestra historia peninsular no es muy diferente a la de la gran isla británica: un sustrato celta común, posterior romanización y postrera invasión bárbara. Es decir, son casi mil años de historia común. Lo que nos diferencia de ellos (aparte de los árabes) es que a nosotros nos tocaron los bárbaros menos bárbaros de todos pues cuando los visigodos llegaron a la Península Ibérica ya venían muy romanizados: eran federados del imperio, cristianos (arrianos) y sus élites dirigentes gustaban del refinamiento romano. No así ocurrió con anglos y sajones, que eran auténticos cafres sólo superados en burrería por los vándalos.
Bueno, para terminar dejo aquí varias fotografías de ese mundo romano-británico que los ingleses cuidan con mimo.
Recomiendo la visita de este museo que me ha encantado, al igual que la ciudad de Londres, antigua Londinium. Por eso, este artículo quiero dedicarlo a mi hermano Roberto que, si hubiera vivido, habría disfrutado aquí más que ninguno de nosotros.
Varo.

sábado, 8 de agosto de 2009

GLADIATOR

Le prometí a uno de los lectores de este blog que el siguiente artículo que saldría publicado sería un poco más "ligerito", tal como dicho lector me sugería en su comentario. Bien. No sé si seré capaz de lograrlo con el tema de hoy pero, de todas formas, le agradezco a él y a todos los que se asoman por aquí su interés por estas páginas que sólo pretenden recordar la historia, recrearse en el arte y dar a conocer esta pequeña patria donde vivo: Villalpando y su Tierra de Campos. Si soy sincero, hasta hace bien poco pensaba que todas estas "historias de Varo" sólo le interesaban a Varo. Me alegra saber que no tenía razón.

En fin, vamos al tema.
Hoy he vuelto a ver, por enésima vez, la película "Gladiator". Los primeros diez minutos de la cinta son, en mi opinión, lo mejor de ella. Me refiero a la recreación de la batalla contra los germanos; salvo ciertos detalles, está muy lograda. Históricamente, esta secuencia se corresponde con una de las múltiples batallas y escaramuzas que tuvieron lugar en la frontera del Danubio durante los últimos años del emperador Marco Aurelio. Concretamente, en la película, esa batalla habría tenido lugar en el año 180 d.C, año que muere el emperador citado. Igualmente, la legión desplegada sería la III Itálica -como así me ha parecido ver en unos fugaces fotogramas-. Todo ello es veraz y rigurosamente cierto: Marco Aurelio murió allí, en Vindobonna (actual Viena), en el año 180, y la III Itálica también estuvo allí. Precísamente fue reclutada por este emperador para repeler a cuados, marcomanos y lombardos que se habían empeñado en cruzar la frontera del Danubio.
Pero además de la Legio III Itálica, también participó en esta batalla-o en otra de la misma guerra- la Legio X Gémina, la misma que ocupó durante varias décadas el campamento romano de Petavónium, en la zamorana localidad de Rosinos de Vidriales (dicho sea por puro prurito nacionalista).
Pero hay algunas cosas con las que ya no voy muy de acuerdo: Por ejemplo, he creido ver el estandarte de la Legio VII Gémina, que nunca estuvo en Germania, tan sólo estuvo acuartelada unos pocos años en Panonia (Hungría), asentándose posteriormente desde el 74 d.C hasta el final del Imperio en el campamento de la Legio VI Victrix dando origen a la ciudad de León.
Tampoco me convence la utilización en la película de artillería, justamente en una batalla que tiene lugar en un bosque. Cierto es que la ingeniería romana (también griega) había desarrollado una sofisticada maquinaria de guerra que, de hecho, no se superó hasta la aparición de las armas de fuego. Pero son, en su mayoría, máquinas de asedio, es decir, concebidas para el ataque estático a las murallas de una ciudad, en terrenos despejados. En sus desplazamientos se movían semidesmontadas arrastradas sobre ruedas por varias parejas de bueyes, lo que hacía muy lento su movimiento e imposible en los terrenos difíciles (por ejemplo, los bosques). Los onagros, que así se llamaban estas armas de torsión -descritas ya por los griegos en el 200 a.C-, también podían lanzar bolas de paja y resina ardiendo ("fuego griego"), pero sus disparos eran mucho más imprecisos. No creo que se utilizaran en las batallas que tuvieron lugar en los bosques de Vindobonna, en los últimos años de Marco Aurelio.
Sin embargo, en mi opinión, creo que esas batallas tuvieron que ser aún más cruentas de lo que muestra la película, precisamente por el difícil carácter de los enemigos que se enfrentaban a Roma y por la complicada orografía de los lugares donde se desarrollaron, lugares en los que las técnicas y tácticas de guerra romanas no eran efectivas. Como ejemplo, citaría las tres legiones que P.Q.Varo perdió en el bosque de Teotoburgo, también contra los germanos. Su desplazamiento en columna (no podía ser de otra manera) a lo largo de la selva de Teotoburgo hizo de esas legiones un blanco muy fácil, tan fácil que las tres legiones (la XVII, XVIII y XIX) fueron masacradas. Esto ocurrió en el año 9 d.C. Pocos años después, en el 16 d.C, Germánico volvió a poner firmes a los bárbaros del otro lado del Rhin, vengando la derrota de Varo y recuperando los estandartes de esas legiones que nunca más volvieron a ser reconstituidas. La foto del margen corresponde a la zona donde tuvo lugar esa batalla, muy similar a los lugares donde Marco Aurelio combatió a los germanos. Ustedes me dirán si la artillería romana pudo moverse por esos andurriales.
Respecto de la caballería que aparece en la película, diré que las legiones romanas contaban con dos "alas" de caballería, en total unos 500 hombres como mucho. Pero el poderío militar de la legión romana no residía en la caballería, sino en la infantería. Los equites romanos (en la época de Marco Aurelio), no eran fuerza de choque, sino auxiliar: ejercían labores de exploración, vigilancia, escolta y protegían los flancos de la legión (por eso se llaman "alas"). Quiero recordar que los romanos no conocieron los estribos hasta el final del imperio de Occidente, lo que hacía que el jinete fuera derribado fácilmente cuando cargaba. Los estribos fueron conocidos en el mundo romano tras ser derrotadas duramente las legiones por los visigodos en la batalla de Adrianópolis (año 378 d.C), quienes, a su vez, los habían importado de los hunos, y éstos de los chinos, quienes los habían conocido de los hindúes. Este detalle tampoco se ha cuidado en "Gladiator", pues la montura de Máximo luce unos preciosos estribos (este tipo de cosas son las que me revientan una película)
Precisamente, la derrota de Adrianópolis (en la Turquía europea) hizo que se abandonara el tradicional sistema de legiones para adoptar uno nuevo basado en unidades más pequeñas, muy móviles, reclutadas muchas veces de entre los pueblos bárbaros federados con el Imperio, y en las que la caballería adquirió mayor preponderancia, embrión de lo que sería la caballería pesada medieval.
Por lo demás, respecto del legionario de a pie que aparece en "Gladiator", aunque bastante idealizado, creo que su indumentaria y aspecto se han conseguido (salvo un par de legionarios que aparecen con pantalones vaqueros). En las batallas que tuvieron lugar en los bosques del Danubio debieron de avanzar en líneas por la imposibilidad de hacerlo en "testudo"o formación de tortuga. Ello implicaba la sujección del escudo rectangular (scutum) con la mano izquierda y el "pilum" (lanza ligera) con la derecha. El avance se hacía por cohortes, al paso y sin romper la formación, lo que causaba pavor a los desordenados germanos. A la distancia adecuada, el centurión daba la orden de lanzar el pilum, desenvainando inmediatamente el gladio (espada corta importada de los celtas). Instantes después comenzaba el cuerpo a cuerpo pero no de una forma impulsiva y desordenada (como solían hacerlo los pueblos germanos) sino de forma compacta, lo que implicaba que el hueco que dejaba el legionario caido fuera inmediatamente ocupado por otro compañero. Así habían luchado también los oplitas y las falanges griegas.
Como ya he dicho, esta fue la forma romana de hacer la guerra hasta la irrupción de la vertiginosa caballería goda en Adrianópolis. Lo que vino después podría ser objeto de otro artículo, si es que interesa.

Varo

domingo, 2 de agosto de 2009

CELTAS Y VACCEOS (2ª PARTE)

Tras la publicación de la primera parte de mi artículo "Celtas y Vacceos" han sido varios los correos privados que he recibido preguntándome acerca de diversas cuestiones relativas al mundo céltico; cuestiones más bien relacionadas con su modo de vida, religión, idioma, carácter, relaciones con otros pueblos...
En fin, como el tema da para mucho voy a intentar dar respuesta de forma sintética a todas ellas sin pretender ser exhaustivo, sólo divugativo, que es la intención que siempre tengo cuando escribo un articulillo en este blog.
En cuanto a la lengua:
Si bien la mayor parte de las lenguas célticas desaparecieron en el devenir de la historia, aún se conservan algunas de ellas, como el galés, gaélico irlandes y el gaélico escocés (que, por cierto, conviven en perfecta armonía con el inglés, sin imposición alguna de una sobre otra). Otras, como el córnico (hablado en la región de Cornualles -Inglaterra- hasta el s. XVIII), el Manx (o manés) hablado con normalidad en la isla de Mann hasta el siglo XIX (en 1830 lo hablaba el 30% de la población isleña; el último hablante nativo de manés o manx falleció en 1974) desaparecieron para siempre o -como el caso del Manx- está intentando ser recuperado sobre la base del empeño de los gobernantes locales que intentan refundar y reflotar el idioma sobre unos pilares más políticos que lingüisticos (algo similar a lo ocurrido en algún territorio de España). Otras, como el bretón, hablado en la península francesa de Bretaña y de grandes similitudes con el galés, están muy influenciadas por las lenguas adyacentes (el francés, en este caso) y han perdido gran parte de ese marchamo céltico que las caracterizaba.
De las lenguas célticas habladas en la Península Ibérica quedan vestigios en la toponimia, en algunas formas gramaticales utilizadas en zonas muy localizadas y en las raices de algunas palabras. Pero nada más. La romanización de la Hispania Romana fue tan fuerte que los idiomas célticos peninsulares y preexistentes cedieron a la presión del latín. Querer vincular el gallego o "bable-asturiano" con el tronco lingüístico céltico es, sin más, una exageración muchas veces interesada. Respecto de esta última, el asturiano (o bable), su procedencia es inequívocamente latina, con un lógico sustrato prerromano (palabras como "boroña", "llócara"...) y un superestrato posterior a la llegada del latín, es decir, las influencias que tuvieron lugar con posterioridad a los romanos: los germanismos aportados por la influencia visigoda (y acaso sueva), que en esta zona fue fortísima debido a la concentración de población hispanovisigoda tras la derrota de Guadalete.
No obstante, dicho lo anterior, existe más proximidad de la que podríamos suponer entre nuestros idiomas hispanos (derivados del latín) y las lenguas célticas. Éstas, al igual que el latín, proceden de un tronco "indoeuropeo" común. En este punto vienen a colación las explicaciones de Theodor Mommsen contenidas en su "Historia de Roma" (Volumen I), por quien mi catedrático de Derecho Romano, Armando Torrent, sentía auténtica devoción. Decía Mommsen que las razas indogermánicas (entre ellas, los posteriores grupos célticos) tienen su patria en la región occidental del centro de Asia. De ahí es donde han partido, unas hacia el sur (la India) y otras hacia el noroeste (Europa), pero antes de llegar a Europa permanecieron algún tiempo en en Persia y Armenia, en donde -dice Mommsen- inventaron el cultivo de la vid y el de los campos. El trigo, la espelta y la cebada son oriundos de Mesopotamia (sic). En su viaje a Mesopotamia, algún grupo como el de los helenos (griegos) y germanos se desgajó y empezó una andadura independiente. Entre otras cosas ello explica que la palabra "mar" sea similar para los idiomas eslavos (moria), latinos (mare) y célticos (mair) pues estas tres ramificaciones de pueblos indoeuropeos debieron llegar juntos -dice Mommsen- a las orillas del mar Caspio y mar Negro, mientras que para los germanos la palabra es "sea" y para los griegos "thalassa".
Por ello, insisto, los idiomas célticos y los latinos derivan de un tronco indoeuropeo común que los asimila en vocabulario y cuestiones gramaticales. La similitud es fácilmente comprobable si se hace una comparación con las lenguas no indoeuropeas (las lenguas semíticas, por ejemplo). No quiere decir esto que lenguas célticas y latinas sean hermanas. No, hermanas no, pero tal vez sí primas segundas. Llegados a este punto me gusta siempre poner un ejemplo:
- La palabra "madre": En viejo irlandés es "máthir"; en el idioma de los galos franceses: "maitres"; en latín: "mater"; en griego dorio: "máter"; en ruso "mat", lo que demuestra que la raiz de la palabra es idéntica en todas ellas.
Las lenguas célticas evolucionaron del primitivo e hipotético idioma indoeuropeo distinguiéndose por fenómenos fonéticos constantes y muy claros, por ejemplo:
- la caída de la "p" indoeuropea, ya sea inicial o media: La palabra "padre" en sánscrito es "pítar", en latín "pater", mientras que en viejo irlandes la "p" decae quedando la palabra "athir". O la palabra "cerdo": "porcus", en latín y "orc" en gaélico.
- la "e" indoeuropea se transforma en "i" en céltico: La palabra rey: en latín es "rex" en céltico "rix" (De ahí el nombre de muchos reyes galos: Vercingetorix, por ejemplo).
En cuanto al modo de vida de los celtas:
Centrándome en los Vacceos, que son los que me tocan de cerca, diré que Schulten supone una población de 320.000 habitantes para el territorio vacceo (cuenca del Duero medio), lo que significa una elevada densidad de población para el territorio vacceo si tenemos en cuenta que con anterioridad a la llegada de los romanos todos los habitantes de la Península no superarían los 3.000.000 de habitantes (en este mismo sentido se pronuncia Federico Wattemberg, autor de un genial estudio titulado "La Región Vaccea, Celtiberismo y Romanización en la Cuenca Media del Duero", que, por supuesto, tengo en mi biblioteca). A esta elevada densidad de población contribuyó "la riqueza y fertilidad del suelo para mantener una población cuya ocupación principal era la agricultura" (F. Wattemberg). El hábitat rural parece haber sido disperso por las menciones que hace Apiano al relatar las campañas de Lúculo contra Intercatia y Cauca. Junto a las aldeas se disponen los campos de cebada y trigo (de lo que se aprovecharon los romanos). Caballos, bueyes y carretas eran "elementos auxiliares del campesino" (cito a Frontino). "Estos campesinos no debieron de tener dentro del sistema colectivista agrario de los vacceos muchas posibilidades de explotación de modo aislado. Hay diferencia entre las poblaciones del norte del Duero con las del sur. Las del sur, por imposición del medio natural, tuvieron mayor dedicación a la vida nómada pastoril y agricultura itinerante, por lo que sus viviendas debieron de ser cabañas o abrigos en los bordes de los páramos, junto con la persistencia de de habitaciones rupestres." (Wattemberg, obra citada). Sigue diciendo este autor que el hábitat rural vacceo vendría compuesto por una multitud de pequeños castros, rodeados por fosos, defendidos con cepos y murados con tierra y adobe (la piedra es escasa). Al foso le suple el río o el arroyo. Las casas en un principio fueron redondas y después rectangulares (Soto de la Medinilla, Valladolid). Los muros interiores se pintan de rojo y junto a ellos se disponen bancos corridos. Estas casas, por tanto, son similares a las de los castros lusitanos o gallegos. El ajuar doméstico se compone de herramientas enmangadas con asta de ciervo o hueso, hoces, azadas estrechas... En el interior de la casa hay grandes vasijas para granos o bebidas y -muy curioso- piedras de río redondeadas, del tamaño de dos puños, para cocer los alimentos o bañarse al vapor (sauna), como atestigua Estrabón respecto de los lusitanos que habitaban junto al Duero. Hay también en las casas lechos de paja y sagos, husos para hilar lana y pesas de telar. Posiblemente, la decoración mural de las casas se componía de símbolos geométricos y tallas de madera. De la magnificencia de las ciudades vacceas (Intercatia, Pintia, Arbucala, Amallóbriga, Pallantia...) ya he hablado en otros artículos de este blog.
Respecto de las relaciones comerciales de los vacceos con otros pueblos celtas o ibéricos e incluso griegos, están más que acreditadas por las evidencias arqueológicas. Se sabe que los vacceos intercambiaban cereales y lana por armas y hierro con los celtas astures y cántabros. De hecho, uno de estos centros comerciales de primer orden estuvo ubicado en la localidad palentina de Palenzuela (carretera de Burgos, último pueblo). Sabedor de su importancia estratégica, Escipión se dirigió contra ella en su campaña contra los vacceos, posterior a la de Lúculo. Precisamente, son estas relaciones comerciales (intensas) con los pueblos ibéricos del oeste peninsular lo que acentúa la "celtiberización" del pueblo vacceo, según Wattemberg, lo que significa un progresivo abandono de las tradiciones y cultura genuinamente célticas.
Otro aspecto que quiero destacar aquí es el de la religión para centrarme en la figura del "Druida".
La religión céltica se basaba en una cosmogonía en la que las almas eran un capital circualante, quiere esto decir que por cada hombre o mujer que moría había otro que nacía. Personificaban las fuerzas de la naturaleza en deidades como "Brith", diosa de la fertilidad o "Lugh", guerrero, mago, sabio y maestro de todas las técnicas. Existían celebraciones periódicas dedicadas a estas deidades que, más tarde, la iglesia cristiana hizo suyas. Es el caso de "las candelas", fiesta de origen pagano dedicado a Brith.


Respecto de los druidas, he encontrado autores que niegan la existencia de una cultura druídica en los celtas hispanos reservando este término sólo para celtas galos y britanos. Sea como fuere, el druida era un personaje que no se limitaba a ejercer las funciones de sacerdote relgioso, sino que además ostentaba funciones de pedagogo, chamán y, lo que es más importante, era el depositario de la tradicción oral. Por Plinio el Viejo sabemos que los druidas vestían de blanco, presidían sacrificios taurinos y cortaban el muérdago con hoz de oro. Veneraban a ciertos árboles sagrados, como el roble, el tejo, el avellano... Julio César (en "De Bello Gállico") y Posidonio hablan de los druidas refiriéndose a ellos como filósofos. Fueron proscritos por el Senado y por los emperadores romanos desde los inicios de nuestra era (Tiberio, año 54). Su último bastión fue la isla de Anglesey, junto a Gales, invadida por el general romano Suetonio Paulino en el año 60 d.C, quien destruyó el santuario y las arboledas sagradas. En el año 78 Julio Agricola la incluyó definitivamente en el imperio romano llamándola isla "Mona", por eso hoy en día a la isla se le llama en galés Ynys Môn.
Para finalizar, me voy a referir a los "últimos celtas".
Absorbida la cultura celta -al menos en parte- por la civilización romana y producidas las invasiones germánicas en las postrimerías del imperio, los únicos celtas que permanecieron libres y lograron formar una unidad política más o menos estable fueron los celtas del norte de Escocia, reino que primeramente se llamó "Alba", fundado por celtas pictos y escotos (de ahí viene la palabra Scotland: land of scots-->tierra de Escotos, provinientes de la vecina Irlanda). Los romanos habían renunciado tiempo antes a su conquista y por ello, para defenderse de sus incursiones construyeron al norte de la isla una gran muralla que la dividía en dos: es el muro de Adriano. Pictos y escotos fundaron este reino a comienzos de la edad media como una reacción al pillaje y las invasiones normandas (vikingas). Pasado el peligro vikingo y devueltas a Escocia las pequeñas islas que rodean Escocia (isla de Mull, Lewis...) el reino escocés se convirtió al cristianismo (San Columbano) sufriendo una progresiva influencia inglesa y tras diversos avatares se incorporó a la corona británica. La unión definitiva con Inglaterra vino tras la batalla de Culloden, en el siglo XVIII. En esa época están ambientadas novelas tan interesantes como "El Señor de Ballantry" o "Rob Roy". Y en esa época, también, podemos dar por finalizados a los últimos celtas históricos.
Bien. El tema sigue dando para mucho, pero hoy voy a terminar aquí. Tal vez publique un tercer artículo si veo que la cuestión sigue suscitando interés.
Un saludo para todos los que hayan llegado hasta aquí.
Varo.
Nota: Las fotos corresponden a libros que me han servido -además de otros que no muestro- para la redacción de este artículo. Las otros dos fotos corresponden a reproduciones que he adquirido en Escocia y Galicia.