En los tiempos que corren, escuchar una buena noticia en el Telediario es rara avis. La buena noticia a la que me refiero es la llegada a España del tesoro de la fragata Nuestra Señora de las Mercedes, que fue hundido por una flota inglesa el 5 de octubre de 1804 frente a las costas de la ciudad portuguesa de Faro (golfo de Cádiz).
Curiosamente, aquellos años eran tiempos de paz entre Inglaterra y España y este ataque injustificado y sorpresivo fue la gota que hiciera decidirse a Manuel Godoy, valido de Carlos IV, a tomar partido por Francia. Un año después tendría lugar la batalla naval de Trafalgar, muy cerca de donde la fragata Nuestra Señora de las Mercedes fuera hundida.
La santabárbara de la Mercedes –como así se la suele llamar para abreviar- fue alcanzada de pleno por un proyectil del buque inglés Amphion. Eso hizo que la Mercedes saltara por los aires falleciendo 250 personas, entre ellas la esposa de don Diego de Alvear y siete de sus ocho hijos. Como anécdota diré que don Diego de Alvear y Ponce de León fue un importante militar y político de la época, fundador de las bodegas Alvear y defensor de Cádiz en el sitio de 1810. Su bisnieto, Marcelo Torcuato de Alvear, fue presidente de Argentina en 1922. Como sabía inglés, fue llamado a la fragata insignia, la Medea, para que sirviera de intérprete en las conversaciones previas que hubo al combate. Lo acompañó su hijo Carlos, que también era militar y también conocía el idioma de Shakespeare. Sin embargo, los ingleses dieron rápidamente por zanjadas las conversaciones comenzando a disparar sin que nadie lo esperase. Estando tan cerca unos de otros los barcos de ambas flotas, bastó un solo cañonazo para que, como ya he dicho, la Mercedes saltara por los aires llevándose al fondo del mar todos los ahorros y riquezas que don Diego de Alvear había acumulado durante su estancia en Paraguay y Argentina, además de la vida de buena parte de su familia.
Las otras fragatas españolas, además de la Mercedes y de la Medea, eran la Santa Clara y la Fama. La Fama intentó huir, pero fue alcanzada y desarbolada por los ingleses. Ante la poca combatividad de la marinería española, el brigadier José de Bustamante y Guerra rindió la flota en el mediodía de aquél 5 de octubre de 1804.
Los tres barcos fueron capturados y llevados a Inglaterra, vía Gibraltar. Sin embargo, la Mercedes quedó allí, en el fondo del mar, con su cargamento de 600.000 monedas, casi todas de plata (reales de a ocho) y muy pocas de oro (piezas de cuatro y ocho escudos). Allí permanecieron hasta que la empresa Odyssey, aprovechándose de la información obtenida en archivos españoles y ayudada por una tecnología sólo accesible para una empresa sustentada por inversores sin escrúpulos, logró sacarlo del mar para llevárselo a Estados Unidos. Lo demás ya lo saben ustedes por la prensa. Juicios y más juicios en los que siempre se fallaba a favor de las pretensiones del Gobierno español, que contrató un equipo de abogados muy eficiente. Lo que no se ha dicho en la prensa es por qué esos tribunales siempre fallaban a favor de España: porque la fragata Mercedes era un buque de guerra español y las normas de Derecho Marítimo Internacional dicen que ese caso, siendo un buque de guerra, los derechos sobre la carga y el pecio pertenecen al país que lo abanderaba.
Por cierto, don Diego de Alvear, en su estancia en Inglaterra como prisionero, conoció yendo a misa a la irlandesa Luisa Ward, a quien se trajo a España cuando fue puesto en libertad y con quien se casó en Montilla (Córdoba) en 1807. Con ella tuvo diez hijos.
Varo
7 comentarios:
Gracias por este estupendo resumen de tan complicada historia. Estoy impresionada! Enhorabuena
Gracias Ana. Aún habría muchas más cosas que decir, pero mejor para otro rato. Me alegro de verte por aquí.
Hola Varo.
Se dice que esta empresa tiene escondidas todavía en Gibraltar un buen puñado de monedas.
Se ve que a este hombre le gustaban los niños,¡18 hijos!.
un abrazo.
Ramón.
Muy interesante y oportuno tu trabajo Varo, como es habitual en ti
Saludos
Me alegra que haya noticias que te hagan asomarte a esta tu ventana y nos ilustres con tu gran trabajo.
Un saludo cordial.
Estimado Varo, soy descendiente español directo del General de la Armada española, Don Diego de Alvear, al que citas en tu post.
Sólo comentarle que llevo desde 2008 batallando y concienciando a la opinión pública en relación a este largo litigo entre España y Odyssey, apoyando, como puede suponer, a España. Aparte he luchado (y lo sigo haciendo)para que el estado español le reconozca, públicamente, como un marino español que contribuyo a la historia de España. No sólo cumplió perfectamente con su misión, segundo comisario de la Demarcación de límites entre España y Portugal, sino que a su vuelta a España (después de permanecer confinado en Inglaterra durante un año) le enviaron a la isla de León para defender esta ciudad ante la invasión de las tropas napoleónica.
No me quiero extender mucho más pero tan sólo estas líneas para agradecerle la mención y su apoyo. Gracias.
Atentamente,
José María
José María Moncasi de Alvear
http://twitter.com/MoncasideAlvear
Estimado don José María:
Le he visto en televisión en un par de ocasiones defendiendo las pretensiones españolas ante la empresa Odyssey. Créame que me quedé pasmado cuando lo presentaron a usted como uno de los descendientes directos de don Diego de Alvear, de quien conozco buena parte de su historia. Lamentablemente, en este blog nunca he pretendido hacer artículos demasiado exhaustivos sino simplemente divulgativos, por eso se me quedaron en el tintero muchísimas cosas memorables por las que su antepasado debería estar reconocido como uno de los grandes marinos y militares de esta nación. Pero le diré que este es un problema muy común que afecta también a otros grandes, como por ejemplo Blas de Lezo, de quien me han llegado a decir que si tal nombre correspondía a una marca de jabón. Creo, don José María, que España es un país de frágil memoria, aunque para eso ya estamos algunos: para recordarla.
Ha sido un honor para mí verle aparecer por este blog. Por favor, vuelva pronto.
Saludos.
Varo.
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