lunes, 24 de diciembre de 2012
Pregón de Navidad 2012
viernes, 26 de octubre de 2012
Ad Romae Reparationem

Voy a transcribir un mensaje que me ha llegado, relativo a mi anterior post, el titulado "Políticos de antes, políticos de ahora". Como su contenido es interesante prefiero colgarlo aquí, en vez de contestarlo con un simple comentario. Siento que su autor haya preferido no identificarse.
Vamos que los cargos no se cubrian por competencia sino por pagar por ellos, por lo que tenemos claro quien los ejercia. (Un paralelismo en nuestros dias, lo tebnemos en los candidatos del partido republicano de EEUU a la casa blanca que son todos millonarios)
Y ya solo recordar que en dichoso imperio americano, perdon romano, su economina se basaba en la esclavitud. Todo un ejemplo a seguir.
tambien seria
A Roma no hay que mirarla con ojos economicistas; al menos, no sólo con esos ojos. Ni se le puede achacar ser una civilización esclavista. Recuerda que Fray Bartolomé de las Casas, a quien tanto han seguido los creadores de la Leyenda Negra, proponía sustituir a los esclavos indios por otros negros, ya que éstos últimos (decía él) no podían ser considerados como personas con alma, mientas que aquellos sí. Te quiero decir que la esclavitud era una institución plenamente aceptada en el mundo antiguo y admitida en los textos sagrados de todas las civilizaciones como la Biblia, los evangelios, y hasta los Vedas de la India. El Corán, aunque se propuso mitigar la institución de la esclavitud, ni la condena ni la cuestiona. Por ello, fue precisamente, Roma -aunque esclavista- quien tuvo el mérito de ser la primera civilización que se ocupó de suavizar el "ius vitaequenecis" del paterfamilias romano sobre sus esclavos. Y así, reguló instituciones como la manumissio y varios crímina y edictos pretorios que protegían la vida del esclavo ante las arbitrariedades de sus amos; se dictaron edictos, decretos y leyes como la Lex Iuna Norbana que concedió la ciudadanía latina a los manumitidos en situación irregular, sin las solemnidades propias de la manumissio (de facto, supuso lo que ahora habríamos llamado "una regularización", como las que hacía el ministro Caldera, pero sin "efecto llamada"). Y desde luego, no estoy de acuerdo con tu afirmación de que la economía de Roma se basara en la esclavitud. Eso es algo tan simple como mi post anterior, que sólo pretendía mostrar actitudes. En la economía romana, la esclavitud era una institución importante pero no la más importante. No podemos desconocer la labor económica del "autónomo" romano, es decir, del ciudadano libre romano (artesanos, médicos, soldados, profesionales e, incluso, campesinos con tierras propias), que eran los que creaban riqueza y, además, de nada hubiera servido una fuerza de trabajo gratuita (los esclavos) si no hubieran existido unas ideas y unos líderes geniales que la dirigieran. Precisamente, el fin de Roma llegó cuando faltaron esas ideas o ideales y, sobre todo, cuando faltaronr esos líderes, aunque los esclavos siguieran existiendo. Por cierto, los bárbaros que destruyeron Roma también traían sus esclavos... Y los árabes que destruyeron a esos bárbaros, también, por mucho que el Corán pretendiera mitigar las consecuencias de la esclavitud (y si no, que se lo pregunten a los esclavos zanj -zanj=negro- que protagonizaron en Irak, en el siglo IX, una rebelión sólo comparable a la de Espartaco en Roma, bastantes siglos antes.jueves, 11 de octubre de 2012
Políticos de antes, políticos de ahora.
Resulta, por otro lado, que
además de no cobrar, el cargo siempre era gravoso para el magistrado, es decir,
para el político romano. Con cargo a su patrimonio personal costeaba juegos,
espectáculos, obras públicas; acuñaba moneda de plata y oro (la de bronce se
reservaba al Senado), mantenía unidades militares... Por poner un ejemplo, la
Legión V “Alaudae”, formada por unos cinco mil galos trasalpinos fue reclutada
por Julio César, quien pagó de su bolsillo a los soldados que la componían
durante una buena parte del tiempo que duró la conquista de la Galia. Otro
tanto hicieron Marco Antonio, y Pompeyo. martes, 28 de agosto de 2012
El faro del fin del mundo
lunes, 7 de mayo de 2012
El pecado de vivir en un pueblo
Varo.
P.D.: Todo lo dicho anteriormente valdría para Benavente y Toro, a quienes también quieren borrar del mapa.
miércoles, 4 de abril de 2012
La Ciudad de los Ojos Grises

miércoles, 21 de marzo de 2012
Encuesta sobre las obras en la Puerta de San Andrés



lunes, 27 de febrero de 2012
El tesoro de la Mercedes
En los tiempos que corren, escuchar una buena noticia en el Telediario es rara avis. La buena noticia a la que me refiero es la llegada a España del tesoro de la fragata Nuestra Señora de las Mercedes, que fue hundido por una flota inglesa el 5 de octubre de 1804 frente a las costas de la ciudad portuguesa de Faro (golfo de Cádiz).

Curiosamente, aquellos años eran tiempos de paz entre Inglaterra y España y este ataque injustificado y sorpresivo fue la gota que hiciera decidirse a Manuel Godoy, valido de Carlos IV, a tomar partido por Francia. Un año después tendría lugar la batalla naval de Trafalgar, muy cerca de donde la fragata Nuestra Señora de las Mercedes fuera hundida.
La santabárbara de la Mercedes –como así se la suele llamar para abreviar- fue alcanzada de pleno por un proyectil del buque inglés Amphion. Eso hizo que la Mercedes saltara por los aires falleciendo 250 personas, entre ellas la esposa de don Diego de Alvear y siete de sus ocho hijos. Como anécdota diré que don Diego de Alvear y Ponce de León fue un importante militar y político de la época, fundador de las bodegas Alvear y defensor de Cádiz en el sitio de 1810. Su bisnieto, Marcelo Torcuato de Alvear, fue presidente de Argentina en 1922. Como sabía inglés, fue llamado a la fragata insignia, la Medea, para que sirviera de intérprete en las conversaciones previas que hubo al combate. Lo acompañó su hijo Carlos, que también era militar y también conocía el idioma de Shakespeare. Sin embargo, los ingleses dieron rápidamente por zanjadas las conversaciones comenzando a disparar sin que nadie lo esperase. Estando tan cerca unos de otros los barcos de ambas flotas, bastó un solo cañonazo para que, como ya he dicho, la Mercedes saltara por los aires llevándose al fondo del mar todos los ahorros y riquezas que don Diego de Alvear había acumulado durante su estancia en Paraguay y Argentina, además de la vida de buena parte de su familia.
Las otras fragatas españolas, además de la Mercedes y de la Medea, eran la Santa Clara y la Fama. La Fama intentó huir, pero fue alcanzada y desarbolada por los ingleses. Ante la poca combatividad de la marinería española, el brigadier José de Bustamante y Guerra rindió la flota en el mediodía de aquél 5 de octubre de 1804.
Los tres barcos fueron capturados y llevados a Inglaterra, vía Gibraltar. Sin embargo, la Mercedes quedó allí, en el fondo del mar, con su cargamento de 600.000 monedas, casi todas de plata (reales de a ocho) y muy pocas de oro (piezas de cuatro y ocho escudos). Allí permanecieron hasta que la empresa Odyssey, aprovechándose de la información obtenida en archivos españoles y ayudada por una tecnología sólo accesible para una empresa sustentada por inversores sin escrúpulos, logró sacarlo del mar para llevárselo a Estados Unidos. Lo demás ya lo saben ustedes por la prensa. Juicios y más juicios en los que siempre se fallaba a favor de las pretensiones del Gobierno español, que contrató un equipo de abogados muy eficiente. Lo que no se ha dicho en la prensa es por qué esos tribunales siempre fallaban a favor de España: porque la fragata Mercedes era un buque de guerra español y las normas de Derecho Marítimo Internacional dicen que ese caso, siendo un buque de guerra, los derechos sobre la carga y el pecio pertenecen al país que lo abanderaba.
Por cierto, don Diego de Alvear, en su estancia en Inglaterra como prisionero, conoció yendo a misa a la irlandesa Luisa Ward, a quien se trajo a España cuando fue puesto en libertad y con quien se casó en Montilla (Córdoba) en 1807. Con ella tuvo diez hijos.
Varo

