sábado, 31 de diciembre de 2011

Ciertos mitos y algunas realidades


Cuando era niño escuchaba historias que me hicieron creer que este pueblo, mi pueblo, era más o menos el ombligo del Universo. Eran historias que hablaban siempre de gloriosos tiempos pasados: de las diez mil almas poblando nuestra villa, de su resistencia numantina ante los ejércitos de Almanzor, de la Intercatia villalpandina y su lucha encarnizada contra el invasor romano, de los túneles bajo la plaza que llegaban hasta el Paredón de Amaldos, de los Monjes de la Gota que moraron en dicho despoblado y que torturaban hasta la muerte a todo aquel que caía en sus manos...
En diversas ocasiones, fuera en este blog o en otros foros, he procurado dar mi opinión respetuosa con todo el mundo pero también respetuosa con la verdad que todos tienen derecho a conocer. Y siempre que he dado mi opinión lo he hecho tras informarme de aquello de lo que estaba hablando; eso es primordial. No, ni fuimos nunca diez mil villalpandinos ni nuestros antepasados llamaron a este lugar Intercatia. Tampoco durmió aquí nunca Napoleón ni, pese a lo que diga d. Luis Calvo, en el palacio de los Condestables estuvieron jamás presos los hijos de Francisco I de Francia tras ser éste derrotado en la batalla de Pavía (lo estuvieron en Pedraza, Segovia, por breve espacio de tiempo y en la Corte de Madrid durante prácticamente todo su cautiverio en España).
Aunque sí tenemos un pasado del que sentirnos orgullosos, creo que tanto mirar hacia atrás nos ha hecho mucho daño.
Creo, también, que lo mejor de Villalpando no está en esa historia, a veces reinventada, sino en las gentes que pueblan sus casas y sus calles y en esas otras gentes que se fueron de aquí buscando un futuro que este pueblo no les podía ofrecer. A eso voy: al futuro, a mirar hacia adelante, eso es lo que verdaderamente importa. Después de que hayamos dejado pasar de largo tantos trenes en nuestra historia (entiéndase, por ejemplo, el proyecto de las termosolares), en estos tiempos que se avecinan... ¿alguien podría decirme qué futuro nos espera?
Perdónenme ustedes por todas estas dudas y tribulaciones; es 31 de diciembre, resulta que tengo dos niños pequeños y para colmo soy de los que siempre ven la botella medio vacía.
Varo.