martes, 8 de julio de 2008

Los años de frontera.

En mi opinión, una de las épocas más interesantes en la historia de nuestro pueblo es aquella en la que Villalpando se ubicaba en plena linea de frontera. Pero ¿de qué frontera hablamos? Hablamos de la frontera entre entre el viejo reino de León y el emergente y pujante reino de Castilla, siglos XII y XIII, en plena época medieval.


Efectivamente, Villalpando constituyó uno de los últimos baluartes del reino de León en esa época convulsa y agitada, de continuas agresiones mutuas entre ambos reinos cuya patente enemistad era azuzada por poderosas familias castellanas (los Lara) y por buena parte de la nobleza leonesa.


Muchas veces he llegado a decir, casi más como opinión que como afirmación categórica, que el origen del Villalpando que nosotros conocemos está aquí, en esta época de conflicto vecinal con Castilla. Intentaré justificar esta afirmación a lo largo del artículo.


Pero hay que empezar por el principio, por el origen del problema, y remontarnos al reinado de Alfonso VII de León, conocido como "El Emperador" (1111-1157). Increíblemente hábil, Alfonso VII consiguió reunir bajo su corona los reinos de León, Castilla y Galicia. Pero además de eso, todos los demás reinos cristianos peninsulares: Aragón -ya unido con Cataluña- y Navarra, así como otros territorios del Norte de los Pirineos (Tolosa, Gascuña y Provenza) e incluso algún príncipe musulmán, le juraron fidelidad y vasallaje el 2 de Junio de 1135, en León, en un solemne acto donde fue proclamado "Emperador de los reinos hispánicos", resucitando así la vieja idea imperial que pesaba como una losa desde la caida de Roma.

En esta época, ya hacía tiempo que la frontera con la España musulmana había dejado de estar en el Duero. Toledo, por ejemplo, era una importante ciudad castellana al sur del reino conquistada 50 años antes por Alfonso VI de León. El emperador leonés, Alfonso VII, conquistaría, incluso, ciudades aún más al sur como Coria, Jaén, Córdoba (durante un año) y Almería (durante 10 años).


Y mientras tanto... ¿Cómo era Villalpando entonces?


Responder a esta pregunta implica, como siempre, acudir a las fuentes (los textos, los documentos) y a la lógica histórica. Yo voy a dar mi opinión:


Don Luis Calvo Lozano, en su libro, presupone una población permanente en nuestro pueblo desde la época vaccea hasta la actualidad -opinión que no comparto-, con picos de densidad de población unas veces mayores y otras veces menores. Según Don Luis, en la época que estamos hablando (año 1150, aproximadamente) Villalpando ya contaba con su primer recinto amurallado, pero lo curioso, según él, es que Villalpando se reconquista en la época de Alfonso I el Católico que era yerno del rey Don Pelayo (hacia el 757) y se fortifica en el 850 aproximadamente, con Ramiro I. A mi modo de ver, por lo que dicen los historiadores, por lo que la arqueología ha revelado en nuestro pueblo y por lo que las fuentes escritas dicen -o mejor, no dicen- es que tales afirmaciones son del todo infundadas.


Sin entrar en el polémico tema de "Intercatia-Villalpando" y pasando por alto toda la época antigua y visigoda, sabemos con certeza que ya había villalpandinos en la Alta Edad Media, al menos en el siglo X, quizás antes. Del siglo X es, precisamente, un documento del monasterio de Sahagún en el que se cita a Alpando como lugar de encuentro entre una serie de personalidades y el Conde García Gómez, a quien, al parecer, pertenecía Villalpando. Por la trascendencia del encuentro, es de suponer que Villalpando fuera ya entonces un lugar con caserío estable en mitad de una vasta zona prácticamente despoblada hasta hacía muy poco, como afirma con acierto Menéndez Pidal. Pero el documento citado habla de Villalpando como un simple punto de encuentro, nada más.


Hay que tener en cuenta, también, que otro de los hechos cruciales en la historia de España y, por tanto, en la de Villalpando, la batalla de Simancas, no tiene lugar hasta el año 939 (Ramiro II), época en que la frontera con la España musulmana se asienta definitivamente en el Duero e, incluso, se amplía hasta el Tormes. En esa época León, la nueva capital del reino, no pasa de 10.000 habitantes. Muchos menos tiene la ciudad fortificada y fronteriza de Zamora, de vital importancia en el reino de León. El movimiento repoblador en esos años centrales del siglo X es aún muy tímido por las constantes incursiones (razzias) de los musulmanes en nuestro territorio impidiendo un efectivo asentamiento que posibilite el crecimiento urbano. Se sabe que la repoblación de Alfonso III el Magno (último rey Asturiano) y de los primeros reyes leoneses hasta bien entrado el siglo XI se centró más en otras zonas más meridionales y consideradas prioritarias por su situación estratégica, lo cual no es el caso de Villalpando, que en mitad de una llanura, sin defensas naturales, se encontraba bastantes kilómetros al norte de la frontera. La Tierra de Campos, en esos años, se encuentra salpicada de pequeñas aldeas o villorrios en los que viven un puñado de familias procedentes de las montañas de León o de los territorios vascos (Por ejemplo: Urueña procede de "uri" que en vascuence significa pueblo o ciudad). Familias, en su mayor parte, de campesinos libres, pobres de solemnidad, como han revelado los escasísimos restos arqueológicos y las necrópolis de la época.


La situación cambia radicalmente un siglo después, a la muerte de Alfonso VII, el Emperador (año 1157), al que me he referido más arriba. En aquella época, los monarcas feudales de toda Europa (incluídos los monarcas hispanos) consideraban sus reinos como si fueran de su propiedad privada, como si se tratase de una finca particular que se puede partir, desgajar o incluso vender. Por esta razón, la unidad que tanto había costado conseguir entre los reinos de Galicia (que hasta entonces incluía el norte de Portugal, León (que ya ocupaba buena parte de Extremadura) y Castilla (que llegaba hasta Toledo) terminó de repente con el reparto que Alfonso VII hacía de sus reinos entre sus hijos, entregando Galicia y León a Fernando (Fernando II de León) y Castilla a Sancho (Sancho III de Castilla, "el deseado").


A nosotros, a los villalpandinos, nos tocó del lado de Fernando II. Nos tocó con León pero por muy poco pues la frontera entre ambos reinos se fijó, practicamente, en el extremo Este de nuestro término municipal. Fue en 1155, en una reunión celebrada en Valladolid, cuando se acordaron los términos de la división de ambos reinos, fijándose la frontera. Se excluyen del reino de León la Tierra de Campos, Sahagún y las Asturias de Santillana (Cantabria), que pasan a Castilla. Por nuestra zona se sabe, por ejemplo, que Cabreros del Monte, Bolaños, Villafrechós ya eran territorio castellano.
En un primer momento, las relaciones entre ambos reinos son cordiales. Fernando II de León pacta y se alía con su hermano Sancho III de Castilla en 1158 (Tratado de Sahagún) con el objeto de guerrear contra los musulmanes. Pero la temprana muerte del rey castellano, ese mismo año, da al traste con estas buenas relaciones de vecindad. En Castilla es elegido rey el único hijo de Sancho III y Blanca de Navarra: Alfonso VIII de Castilla "el Noble". Contaba sólo con tres años de edad cuando murio su padre por lo que sufrió una larga minoría de edad bajo la tutela de las familias Castro y Lara que rivalizaron entre sí por controlar al Rey, originando una guerra civil en la que se inmiscuyen los reinos vecinos (Leon, Navarra, Aragón) para arrebatar en su provecho amplios territorios a Castilla (Navarra se hace con buena parte de la Rioja y León toma la ciudad de Burgos).

Son muchos los documentos de esa época que se refieren ya a nuestra zona. Entre ellos son de destacar todos aquellos que aluden a la intensa campaña repobladora del área toresana (es entonces cuando se construye el Castillo-Alcázar de Toro), Benavente (de 1181 es su fuero)y Villalpando. Dada la agitación que suponen las incursiones leonesas en la zona castellana y la pujanza económica de estos territorios, Fernando II ordena la fortificación de múltiples lugares a lo largo de una línea defensiva en la frontera con Castilla que va desde el río Cea hasta el Tajo. Por lo que la inmensa mayoría de los autores piensan (todos excepto d. Luis Calvo Lozano), es en este momento, alrededor del año 1170, cuando se construye nuestro primer recinto amurallado sobre un asentado núcleo de población. Este hecho provoca, a su vez, que nuevos pobladores vengan al olor de un indiscutible desarrollo de Villalpando en todos los campos.


Precisamente en ese año (1170) el rey vecino, el de Castilla, Alfonso VIII obtiene la mayoría de edad y es proclamado rey liberándose de la nefasta influencia de las familias que le habían tutelado y ostentado la regencia del reino. Ahora Alfonso VIII organiza su reino y comienza su venganza contra los reinos vecinos que tanto se habían aprovechado de su menor edad. Así pues, el rey Castellano se dirige contra Navarra y recupera La Rioja. Poco después, una vez muerto Fernando II de León (en 1188), rompiendo el pacto de buena vecindad que firmara con Alfonso IX de León (sucesor de Fernando II) invade el reino de León y conquista Valencia de don Juan, Valderas y Castroverde de Campos. Con lo cual, Villalpando se convierte en el último bastión defensivo del reino de León frente al ejército castellano que tan cerca se encontraba. Por esta razón, no es descabellado pensar en un gran apoyo regio a nuestra villa, favoreciéndola de todas las maneras posibles y consolidando el asentamiento urbano. Hay constancia de un documento de 1163 en el que se habla de Villalpando como villa ya amurallada por entonces, aun cuando la repoblación no fue ordenada oficialmente por el Rey hasta 1170 (dice Calvo Lozano). También hay que situar ahora la construcción del primer castillo de Villalpando, de estilo gótico, del que aún quedan restos visibles y sobre el que luego se construiría el Palacio de los Condestables. De esta época (1170) son algunas de nuestras principales iglesias (Santa María la Antigua, Santa María del Templo) y otras ermitas construidas extramuros que fueron transformadas en iglesias en años posteriores. La existencia de estas ermitas construidas extramuros prueba el desarrollo urbano que experimentó nuestro pueblo a partir de esta época construyéndose nuevos barrios alrededor de la primitiva muralla, ahogándola e inutilizando su capacidad defensiva.


Pero para entonces, las murallas de Alpando ya no necesitaban una real capacidad defensiva pues en 1194 se firmó en Tordehumos un tratado de paz entre los dos reinos volviendo la frontera a la situación que tenía cuando murió Alfonso VII de León, el Emperador. La paz había llegado a la Tierra de Campos. Y esa paz favoreció aún más nuestro desarrollo. Probablemente sea la época de más progreso y prosperidad de nuestra historia. Hay documentos que lo prueban, por ejemplo, el contrato de arras matrimoniales entre Alfonso IX de León y Berenguela de Castilla, hija del rey castellano Alfonso VIII. En este documento, el rey de León da en arras matrimoniales varias villas a su esposa castellana, entre ellas, nuestro pueblo. Pero se reserva para sí la tenencia de los castillos construidos en los lugares que se mencionan, lo que viene a significar la importancia que para el Rey tenía nuestro pueblo.


Pocos años después, en 1230, Fernando III el Santo, hijo de Alfonso IX de León y Berenguela de Castilla, logró reunir bajo su corona y para siempre, los dos reinos: León y Castilla. De esta forma termina la andadura de Villalpando como baluarte del viejo reino de León, diluyéndose -en el buen sentido de la palabra- en lo que a partir de entonces se llamaría "Corona de Castilla".




Varo.